viernes, 18 de septiembre de 2009

CASTRACION CULTURAL

El proceso de evolución y transformación de las artes, está ligado a las mentes rebeldes y revolucionarias, y la condición fundamental para conseguirlo se encuentra en la juvenilización del cerebro, tal como lo menciona Edgar Morin, ya presente en los homo sapiens, en donde los adultos eran los transmisores de las tradiciones, en tanto los jóvenes eran los generadores de renovación. El hombre contemporáneo afectado por las condiciones actuales ha permitido la evolución contemporánea del cerebro no hacia una complejidad sino mas bien una hipercomplejidad.

Este artículo tiene vínculos umbilicales y neuronales con otros anteriores escritos en este blog como “Arte cesurado” y “La ceguera contra los cambios” , para entender la raíz del pensamiento anquilosado, anacrónico, que parece pretender la inmovilidad absoluta que esteriliza los deseos de renovación y transformación.

En unos comentarios del escritor Mario Vargas Llosa, aunque su opinión sobre el tema que analizaré ya es conocido desde hace un buen tiempo, no deja de ser siempre sorprendente, pues bien sabido su opinión a cerca del arte y la artesanía, y las diferencias en cuanto a características y consideraciones, mas últimamente su parecer a cerca del arte mismo también tiene distinciones, sobre todo hacia las nuevas expresiones que el arte contemporáneo se permite, como expresión de su actualidad, contraponiéndose de manera rotunda con los conceptos tradicionales, academicistas, ortodoxas que mantiene el escritor, a la hora de hacer las distinciones y calificaciones, y es que estas diferencias son generadoras de fracturas, distanciamientos y sobre todo de discriminación, pues si bien ambos son expresiones de nuestra cultura.

Hay que tener en cuenta que la cultura se refleja y expresa de manera mucho más amplia, que el círculo académico, pues el arte hace ya mucho tiempo que ha rebasado los límites concebidos por aquellas corrientes tradicionales sobre las cuales se definía y hacía arte, es decir lo bello, lo armónico, lo que elevaría el espíritu del espectador;… pero de qué espectador se está hablando, los entendidos?, los críticos?, los mercaderes y compradores del arte?, los que pretenden ser conocedores sin serlo, pues adquieren las obras más por el nombre que por el valor de la obra misma. Y es que el arte hoy por hoy se ha convertido en línea de fuga, o mejor dicho la nueva generación de artistas, pues están en una búsqueda constante de nuevas vías de expresión, caminos comunicacionales de la manera de ver las cosas.

Para Mario Vargas Llosa es un hecho que la diferencia castradora radica en el “qué es arte y qué no”, bajo los preceptos académicos de mediados del siglo pasado, por supuesto, y es a partir de esta manera de ver y entender las cosas, que muchos pueden discrepar pero respetar, a sugerir, reclamar una comisión integrada por los más conocidos e ilustres representantes de las artes plásticas en nuestro país, la cual se encargaría de determinar qué trabajos se encuentran dentro de los cánones de lo que es arte (bien hecho). Si bien en el círculo o mercado del arte, manejado por las galerías, museos, y centros culturales, se ha ampliado en los últimos años, también es muy cierto que no se da cabida a todos los artistas y todas las expresiones artísticas, habiendo ahí ya una barrera difícil de superar, el sistema se amplía hasta donde quiere ampliarse, hasta donde le conviene expandirse, pues si bien algunos artistas no pertenecientes a la elite tradicional ya lograron ingresar en este círculo, generando de este modo una nueva elite, la nueva generación de los escogidos y aceptados por todos aquellos que componen el mercado del arte, pero aquellos otros, que exploran otras vías, otros soportes, que son menos condescendientes, más radicales e incómodas en sus propuestas, difícilmente serán aceptados dentro de los ámbitos o escenarios del mercado del arte en Lima, pues esta funciona como un sistema retroactivo semi-aberto, de dualidad valorativa.

Las artes plásticas en el Perú, parece ser un remolino que avanza girando sobre sí mismo, es decir pretende expresar cosas nuevas mediante las mismas técnicas y los mismos soportes, y es este ensimismamiento el que la ha convertido en un eriazal, infértil, hasta el punto de no retorno, en que se usa como base la fotografía.

Es ante este panorama que muchos artistas plásticos, han dirigido su mirada inconforme y rebelde hacia otros, campos donde se puedan expresar de manera más eficiente y contundente, ya sea el video-arte, las performance, las instalaciones, el diseño gráfico, e incluso el diseño industrial.

Pero el hecho más significativo es el de la fusión de disciplinas, es decir los trabajos interdisciplinarios, que involucran no solo a artistas plásticos, sino también a músicos, gente de teatro, graffiteros, poetas y otras disciplinas, logrando en muchos casos trabajos complejos. Trabajos estos que se presentan en algunas galerías, pero sobre todo en espacios alternativos, casi siempre fuera del círculo sistémico del arte, las periferias, los espacios urbanos como plazas, parques.

Además en las declaraciones de Vargas Llosa, cree en la necesidad de que exista una especie de comisión del arte, la cual se encargaría de determinar cuál trabajo es artístico y cuál no, ante la aparición de trabajos que según él no cumplen con las condiciones para ser considerada una obra de arte, los cuales carecen de calidad tanto conceptual como material, claro está siempre en el imaginario que la obra de arte eleva y dignifica el espíritu del hombre. Mas el arte se ha desplazado por caminos y ámbitos que los alejan de tales conceptos, y dirigiéndolos mas bien hacia la reflexión, la denuncia, las cuales tienen su propio modo de expresarse, su propia estética, la cual no está relacionada con la idea tradicional, academicista, de la armonía, la pulcritud, la belleza, ya que muchas de estas obras nunca estarían decorando la sala de alguna casa, pues la dialéctica se manifiesta a través de la crudeza y la naturalidad, dejando de lado los maquillajes y artificios.

A mediados de los ’80, se presentaron en Lima dos exposiciones trascendentes que abordaron el tema de la denuncia hacia la violación de los derechos humanos, en las cuales las obras exhibidas no encajaban dentro de los cánones del “arte culto”, entendiendo esto como el arte de cierto grupo pretenciosamente privilegiado que son los poseedores y conocedores de su valor; pues el valor de aquellas obras radicaba en su revelación documental, la cual conduciría hacia una sensibilidad más humana (humanitaria), es decir no hacia el objeto sino hacia lo que representa o el mensaje del objeto.

Y es que ante esta manera de hacer arte, la autoría deja de tener relevancia, frente a lo que expresa la obra, ya que la obra artística no es pensada de manera convencional, es objeto y objetivo de un algo que trasciende al hecho mismo, aunque el hecho es y podría ser importante en la historia. Y es que el arte, o mejor dicho los artistas, muchos de ellos siempre han perseverado en la búsqueda de nuevos modos de expresión, como mentes libres, nunca se conformaron con aquello que sabían, y su vida fue siempre un continuo buscar, y en el camino encontraron rechazos y críticas, pero encontraron otros espacios donde mostrar sus trabajos, los cuales eran los espacios públicos, saliendo de este modo del círculo castrante de los museos y las galerías, así el arte no es de unos cuantos entendidos, el arte es de todos los ciudadanos de la calle.

La comisión recomendada por Vargas Llosa para reordenar el quehacer artístico en el Perú, solo serviría como instrumento discriminatorio, al decidir qué trabajos cumplen con sus requisitos, y cuales no para se exhibidos al público, con un sesgo autoritario, al pretender de este modo que los artista hagan sus obras como lo quieren ellos, negando y restringiendo la libertad creativa que es intrínseca en ellos, para finalmente terminar en la corrupción más absoluta. Tal como sucede con el I.N.C., que se maneja de modo nefasto; sería la confirmación del dominio de una clase, la elite, burguesa, superior, entendida, sobre otra la de las masas, de los otros, de aquellos que se caracterizan ya sea por tradición, rebeldía, disconformidad, marginalidad, etc., y llegando a la unificación del concepto y la manera de hacer arte, deviniendo en la dictadura de la cultura

Y es que habría que entender los cambios en las cultura, como dos desplazamientos, una la de los del interior del país, hacia la capital y otras ciudades de la costa, la otra de acuerdo con su relación con el exterior, ya sea por viajes (desplazamientos) como información indirecta, que generan desterritorialidades como reterritorialidades, que suponen divisiones e integraciones, de experiencias y culturas. Pero el fenómeno que se produce en Lima es aún más complejo, pues habría que entender los desplazamientos, de grupos de personas como sistemas, sistemas que tienen sentidos distintos y que se llegan a encontrar y fusionar en un espacio y tiempo determinado, dando como resultado un nuevo sistema. Los dos primeros, los iniciáticos, son sistemas parcialmente abiertos, es decir se abren hacia los campos que les interesan, y en su proceso evolutivo tienden a multiplicarse, con sus consecuentes variaciones, las cuales se generan en espacio-tiempos diferentes, esto hace que la condición de apertura hacia otros sistemas sea cada vez más amplia, y que en algún momento lleguen a fusionarse entre ellos, para generar uno nuevo o muchos nuevos, que en otros espacio-tiempos se irán fusionando entre ellos, hasta llegar a la hipercomplejidad del desplazamiento sistémico.

Como dice Fernando de Toro: “La marca de esta cultura nomádicas, sin lugar a dudas, la hibridez, no una tercera cultura que surge del encuentro de una o más culturas,(…), sino mas bien la producción cultural simultánea que entra en ese continuo contacto intercultural. Esta tercera cultura es la que por siglos se ha realizado en el Perú, al igual que en otros países latinoamericanos. Intentos de esa tercera cultura quedan materializados en César Vallejo, José María Arguedas. El problema que se plantea es el problema de la lengua: un español diferido (différance) que tanto en Trilce (1922) como en Los Ríos Profundos (1958) buscan crear ese nuevo lenguaje y por lo tanto una nueva cultura.”

Todo este comentario e intención hacia la pretendida comisión, está sustentado en el control y dominio de una clase dominante, la cual ejerce en apariencia de manera indirecta, pero la cual es más directa de lo que uno piensa o muchos dicen, y que comenzaría discriminando sobre bases estrictamente artísticas, pero bien sabemos que el controlismo deviene en restricciones a todo nivel, es decir que después de un tiempo podría tener consideraciones políticas, religiosas, etc., hasta reafirmar y fortalecer la mordaza contra las nuevas ideas, trasgresoras casi siempre, y las cuales se pretenderían acallar, en esta lucha por el control del conocimiento, de la creatividad, de la libertad.

Y es que el arte, como tantas otras cosas que se presentan en la vida cotidiana, que se originan en la periferia de un centro (de dominio y control), se va desarrollando de manera incontrolable, expandiendo sus influencias –casi siempre asumidas y consumidas por las nuevas generaciones del centro, deviniendo de esta manera en re-afirmación de su presencia e importancia en el cambio de visión y perspectiva de las tendencias, que no se definen por ordenes, normas y leyes, acordadas en un salón, sino por las fuerzas transformadoras y generadoras de cambios.