domingo, 11 de noviembre de 2007

DESVARÍO DESMESURADO



Hace unas semanas asistí a una mesa redonda (en verdad era rectangular) en el Museo de Arte de Lima, el tema era la mujer en la escena del arte contemporáneo en el Perú; el moderador era un conocido crítico de arte, las panelistas o disertadoras eran cuatro mujeres vinculadas a las artes; lo que motivó tal acontecimiento fue la exposición muy recomendable que se puede apreciar en el mismo museo. Pero bueno volviendo al asunto de la mesa redonda, las invitadas cada una empezó a expresar su opinión a partir de una pregunta planteada por el moderador, el cual previamente había introducido un punto dentro del gran tema central a plantearse, entonces cada panelista ofrecía su opinión, la cual era comentada por las otras panelistas, incentivadas por el propio moderador; y todo transcurría de manera normal, con algunos puntos de vista diferentes pero sin alterar el ritmo y el tono hasta se podría decir coloquial de la disertación ahora sí, hasta que casi al final intervino una de ellas (historiadora del arte) comentando lo dicho por otra de las invitadas (la más joven), luego el moderador pidió la opinión sobre lo dicho por la joven invitada (artista plástica) a otra invitada que era la de mayor edad de las cuatro, no mencionaré su nombre, tan solo diré que es una conocida crítica de arte que escribe en El Comercio los domingos, pero ella en lugar de expresar el comentario esperado, lo que esputó fueron una serie de críticas sobre el comentario de su antecesora, con un tono impregnado de superioridad matizado con unos gestos despectivos (suspiros entre frases, como si no tuviera que explicar algo que la otra o tal vez todas las invitadas deberían saberlo), y es que de nuevo tuve que presenciar lo que pensé sería un caso aislado, y me refiero a la actitud de una congresista contra otra (el ridículo de las chicas superpoderosas), aquella posición de yo soy mayor, yo soy más conocida, soy más inteligente, soy más analítica, conozco más de este y otros temas, y tú solo eres un muchacha algo informada, y mucho más emotiva, pero dicho no con una intensidad desmesurada, sino mas bien con una calma gélida, de quién sabe lo que dice y es verdad irrefutable y por tanto el comentario de la anterior invitada no tenía ninguna validez ni trascendencia. Un dato adicional, es que antes de empezar el conversatorio, que por cierto empezó con más de una hora de retraso, pude observar que en el café del museo, estaban sentados en grupos, el moderador, las invitadas y los asistentes, pero la señora en cuestión no, ella caminaba sola de un lado a otro por el museo, ese gesto ya indicaba lo que al final terminó por corroborarlo bochornosamente, pues si su intención fue hacer quedar mal a su co-panelista, lo único que logró fue que se le cayera la máscara y mostrarse como la que en verdad es, y seguro que muchos de los que están dentro del medio de las artes en Lima ya la conocen, pero la imagen que muchos asistentes que no la conocíamos, nos llevamos fue muy desagradable.
Entonces en plena perorata maquillada de comentarios sobre arte, pensé si sería al igual que el caso anterior de la otra señora (también de avanzada edad), un desvarío cerebral, ya que la razón (intelecto) se confunde con la sinrazón (humillación a través del intelecto), y un desvarío emocional, pues no es tan solo la emisión de una idea u opinión, sino que hay en ellas una carga emotiva que refuerza la intención de lo que se está diciendo, todo esto quizá sea un síntoma incontrolable y desmesurado de la combinación de los años acumulados con la cultura (información) acumulada en el género femenino?, tal vez no sea una cuestión de género los desvaríos de esa magnitud, como no creo que lo sea de manera gravitante el hacer arte, aunque (existen ejemplos que me hacen dudar de tal afirmación).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todavía persisten personajes así, kcuya intransigencia esclerotiza cualquier nivel de entendimiento, y es que el afán de superioridad es más grande que las ideas.
Las ideas, el discurso, la oralidad son víctimas y a la vez instrumentos de ánimos e intereses mezquinos.
Cuando cambiarán las cosas por allá!

Anónimo dijo...

Me alegra que sigas por eos caminos tortuosos de la actividad cultural limeña, no pierdes la costumbre.
Aún me acuerdo de nuestras peregrinaciones.

Ch dijo...

Las malas costumbres no se pierden, esas y otras m�s oscuras, que lo hacen perderse a uno.