lunes, 30 de julio de 2007

CIEN POR CIENTO VIRGEN


Cien por ciento virgen, qué quiere decir eso?, tiene que ver con la pureza?, tal vez sí pero no en el sentido biológico, sino mas bien como una nueva faceta de la condición humana de la mujer. Lo virgen que se manifiesta de manera enfática por medio del himen, que representa un límite, un borde, entre un antes y un después, un antes no biológico que es el pasado y un después no biológico que es el futuro, pero que está más en relación con la formación de la mujer dentro de su proceso de evolución. El antes está ligado a la formación conservadora a la que ha estado sometida la mujer durante siglos, y que evidentemente se mantiene indesligable a ella pues le pertenece ya que se encuentra inoculada en su memoria genética, que no solo tiene que ver y está más allá del ser madre, pues ésta es una condición biológica natural en ella, sino a todo aquello que la ha mantenido confinada al ámbito servil, esa es una condición que fue aprendida y asimilada con sumisión y resignación durante muchos siglos.
El hombre antes de domesticar a los animales, tuvo como prueba de laboratorio a la mujer, que bajo la responsabilidad de un hijo estaba impedida de actuar en otros espacios más allá de lo doméstico o las actividades recolectoras, pero siempre dentro de un radio muy cercano. Es evidente que la actividad doméstica ha resultado el principal obstáculo para el desarrollo de la mujer, encargada del trabajo pesado o de la organización del hogar.
Es en la primera mitad del siglo pasado, después de casi 20,000 años de estar bajo el yugo del hombre, que la mujer adquiere algunos derechos, el primero es el derecho al voto, que era el primer paso para dejar de ser ciudadana de segunda o tercera categoría; el otro derecho adquirido es el acceso a la educación universitaria, derecho que el hombre le otorga con suficiencia y poca benevolencia, para calmar la histeria femenina, según él. El hombre creyó que tal como ocurría en el colegio, sería un lugar donde ella acudiría solo para encontrar una pareja, pero se equivocó, ya que los sistemas evolutivos no dependen de patrones pre-establecidos sino que se presentan diversas líneas de fuga, y nunca pensó que la universidad fuera el verdadero trampolín para el despegue hacia la mujer contemporánea, hecho que ya es historia conocida.
La independencia de la mujer se gesta con la incorporación al ámbito laboral, sobre todo en los países del primer mundo, en las épocas de las dos guerras mundiales, ante la escasez de mano de obra masculina en las fábricas, pero es a partir de la segunda mitad del siglo pasado cuando las mujeres profesionales que salen de las universidades van incursionando progresivamente en puestos más importantes en el ámbito laboral.
En la muestra el himen no representa un antes y un después cronológico como ruptura, sino mas bien las dos caras de una misma moneda en tanto ella asume ambos hechos como parte de su nueva condición de madre, trabajadora, pareja, casada, soltera, empleadora, empleada, jefe de familia, etc., y a partir de esta concepción se desarrolla la idea del cambio, del quiebre respecto a ciertos objetos e ideas que representan todo aquello que ha significado una situación de sumisión y represión, como la familia, la tierra, lo doméstico, y principalmente el hombre (pareja, esposo, padre, jefe). Objetos ausentes, que se los identifica como una huella (figura), o tan solo por su nombre (texto), y otros que sí están presentes, que tienen algo en común, que son negros o blancos. Lo negro y lo blanco como dualidad simbólica, el objeto-represor / el objeto-liberador, la figura / el fondo, la forma / el espacio, la ausencia / la presencia; esta dicotomía que se le plantea no a la mujer del ayer ni a la mujer del mañana, sino a la mujer del hoy, que por estar en ese transito que le propone el proceso mismo es que trae como consecuencia: la mujer conflictuada, por su “yo” heredado y su “yo” por venir. Si para el hombre la mujer es el “otro”, entonces para la mujer del hoy ya no se le plantea su confrontación tan solo con el hombre, sino con el otro “otro”, distinto del yo “otro” en tanto relaciones mujer / mujer, madre / hija, ama de casa / empleada, empleada / hija. Y es que en todo proceso de cambio, entendiendo este como sistema que se transforma, el momento más trascendente es el intermedio, el que determina el punto de inflexión, el punto “G” (de germinar = un algo nuevo).
Pero todos los objetos ausentes (en su espacio), aparecen dentro de un depósito, y parecen querer salir de su encierro, y he aquí que se establece otra dialéctica (dentro de los mismos términos en que se ha manejado todo), y es que la mujer conserva esos objetos (como uso), pero ya no está encadenada a ellos, porque ella ha logrado salir de su celda (hogar), en tanto ahora los objetos reclaman su libertad, su lugar (en la vida de la mujer), es el pasado que quiere recobrar su dominio, es el pasado conservador que siempre está al acecho, ya que tendrán en aquellas mujeres-empleadas del hogar, que se desarraigan su tierra y su hogar, en un acto de liberación forzado, su próxima víctima, terminando ella presa de lo mismo, pero rodeado por otros, aunque en la actualidad busque otras vías de escape hacia el cambio, y su inestablidad.
Edgar Morin, dice que la mujer (la hembra sapiens) es la que ha formado a la civilización, y ese rol lo ha cumplido hasta nuestros días; la mujer-madre está presente por la niña, la hija, como proyección de la mujer, de la madre, de la mujer-madre del mañana, y la trascendencia de esa labor se expresa en la focalización de la cuna, al centro de un cuarto carente de objetos, que podrían estar ahí, pero que en realidad no tendrían ninguna importancia. La cuna que es de fierro, un elemento fuerte como las bases de las cuales se formará la futura mujer, y que a la vez esta es frágil y ligera, porque en su propia formación le costará encontrar su lugar, y es que talvez la futura mujer se de cuenta que aún no habrá conseguido todas sus expectativas, aunque si habrá avanzado bastante.
Pero de todos los factores que han reprimido a la mujer, durante su historia el más nefasto es como mencioné al anteriormente: el hombre, que se advierte su existencia por la presencia de la hija, después por su ausencia absoluta, tan solo(a) la mujer, su cuarto, su cama que no es otra cosa que su intimidad, su cama es tan solo parte de la estructura de un catre (lo tradicional), pero que carece del lecho mismo, ausencia del hombre por decisión de ella?, ausencia que representa la independencia frente a lo masculino, esta no presencia del hombre revela una liberación sexual, es decir que podría ser cualquiera, pero a su vez es una búsqueda de ese alguien con quien compartir, porque es ella la que finalmente escoge, búsqueda de la consolidación de una relación, completar el círculo familiar, que la confronta con la soledad y la consecuente depresión. Giles Delleuze menciona que el mundo está controlado por una mayoría (mayor poder), que está compuesto por hombres, pero no todos los hombres, cierto número de hombres que tienen el poder, ya sea político o económico, después están las minorías (menos poder) compuestas por otros hombres, las mujeres, los homosexuales, los negros, etc., que buscan llegar al lugar de la mayoría; porque tiene la capacidad de evolucionar, es decir al tener un objetivo por encima de ellos son capaces de alcanzarlo, alguien a quien emular y superarlo, en cambio los que componen la mayoría son incapaces de lograrlo, por que no tienen a nadie sobre ellos; y que dentro de ese grupo de minorías son las mujeres las que tienen más posibilidades de evolucionar, ya que no solo tienen que luchar para alcanzar esa mayoría, sino también enfrentarse a los hombres que conforman las otras minorías.
El mañana se nos relata a manera de premonición, a través de una receta para lograr el himen cien por ciento resistente, que representa a la mujer cien por ciento liberada, cien por ciento independiente, cien por ciento fortalecida, cien por ciento inviolable, es decir una mujer cien por ciento nueva.

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